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Alebrijes en Cuadratines: Democracia a la 4-T

Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Aparentemente, dentro de los cambios establecidos por el gobierno de la Cuarta Transformación, se encuentra el establecer una democracia a base de supuestas consultas populares, que sin un soporte legal, objetivo e imparcial se busca adoptar decisiones que presuntamente tengan el respaldo de la mayoría de la población.

            De esa forma el presidente Andrés Manuel López Obrador determinó la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, que mejor se construyera en las instalaciones militares de Santa Lucía, en Tecámac, y la construcción del Tren Maya en el sureste del país.

            Pero la semana pasada se implementó una nueva forma de democracia: a mano alzada en eventos públicos. Sucedió en Gómez Palacio, Durango, durante una gira de trabajo el pasado lunes 16 de junio, ante un grupo de personas que protestaban contra la construcción de ese servicio de transporte, López Obrador decidió consultar a los presentes sí debía continuar esa obra y solicitó que alzaran la mano quienes estuvieran a favor y en contra.

            Así, ante un auditorio afín, la amplia mayoría voto en contra, es decir, que rechazaba el Metrobús y mejor que los recursos federales considerados para esa obra mejor fueran reasignadas a otra, en particular un hospital. Datos de la Secretaría de Hacienda detallan que para este año los recursos por ejercer en esa obra en Durango ascienden a 648 millones 568 mil pesos, entre aportaciones del estado, del Fonadin y privadas.

            Pero deben considerarse varios puntos, entre ellos el principal que esa obra se desarrollaría en la considerada como Zona Metropolitana de La Laguna o Zona Metropolitana de Torreón, área metropolitana principalmente resultante de la fusión de las ciudades de Torreón y Matamoros, en Coahuila, y Gómez Palacio y Ciudad Lerdo, en Durango.

            De acuerdo con el censo elaborado por el Inegi de 2010, esta zona contaba con una población aproximadamente un millón y cuarto de habitantes en poco más cinco mil kilómetros cuadrados para ser considerada como la novena zona metropolitana de México más poblada. Por eso, el Metrobús implica conectividad entre cuatro ciudades de dos entidades y la supuesta consulta popular a mano alzada, únicamente resultaría válida para Durango, no para Coahuila.

            Posteriormente, el gobernador duranguense José Rosas Aispuro explicó que las encuestas señalan que la mayoría de la gente sí quiere el Metrobús, el cual ya se inició en la parte de Coahuila y de no existir continuidad hacia Durango, entonces no resultara útil para la citada región metropolitana, donde se desarrollan relaciones comerciales y culturales comunes.

            Además, de cancelarse la expansión de ese servicio, entre otros puntos se anularía la reconfiguración de 33 rutas del transporte público, que generaría una red troncal con otra subtroncal, 19 rutas complementarias y la renovación de 256 unidades mejor equipadas.

            El proyecto comprende Centro de Transferencia Modal, tres áreas de transbordo, un patio de encierro con Estación de Compresión, la remodelación de un Puente, un carril preferente de 8.6 kilómetros por sentido, una ciclovía, la integración al sistema BRT de Coahuila y la unificación de tarifas en Gómez Palacio y Lerdo, tentativamente en 11 pesos.

            También debe puntualizarse que existe otra formalidad: de acuerdo con funcionarios del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, la cancelación del proyecto Metrobús tiene que pasar antes por el Comité Técnico del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), lo cual debe ser antecedido por una notificación formal, no oficialmente se ha recibido ninguna notificación de Presidencia o de la Secretaría de Hacienda para que la cancelación del proyecto se aborde en su próxima reunión.

            Aunque, posteriormente, en su mañanera del miércoles López Obrador dijo que se puede hacer una “consulta formal, pero no con el Instituto Nacional Electoral”, porque el costo de la consulta sería más que el de la obra, propuso “que la gente se organice y que voten un domingo: sí o no”, con lo cual pretendió anular lo sucedido dos días antes.

            En fin, por todo lo anterior debe establecerse que la democracia a mano alzada, además de inútil, resulta una farsa populista que únicamente beneficia la personalidad presidencial, pero ¿qué sucederá cuando, finalmente, la obra continúe?, ¿culpará de ello a la mafia del poder, a la corrupción, a los conservadores o a los neoliberales?, y de proceder legalmente con la cancelación, ¿qué sucederá con el avance de obra?, ¿realmente se beneficiará a la población?

            Son preguntas que como en este caso, cuando se pretenda aplicar la democracia a mano alzada, deben primeramente valorarse todas las consecuencias, tanto positivas como para negativas para cancelar o impulsar obras o servicios, de lo contrario lo que se logrará será enfrentar a los sectores de la sociedad.

            Porque unos confiarán en la supuesta orden presidencial y otros la rechazarán y cuando las cosas procedan normalmente, unos quedarán insatisfechos y con un sentimiento de haber sido defraudados, lo cual de ninguna forma es recomendable ni para las autoridades ni para la sociedad.

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