El partido en el poder, Morena, ha logrado consolidar mayorías legislativas y un control significativo sobre los gobiernos estatales. Sin embargo, cabe preguntarnos: ¿para qué quiere Morena tanto poder si no es capaz de gobernar en beneficio del pueblo ni de crear las condiciones para un desarrollo integral y perdurable?

Prohibido el nepotismo, pero en la casa de enfrente, porque en Morena es la lógica de su círculo vicioso de complicidad, pillería y bravuconada.
Cuando el gobierno de Estados Unidos exige acción, Morena sí responde. Ahí sí hay detenciones, “traslados” y operativos inmediatos. Pero cuando el pueblo de México les pide justicia, seguridad o acciones concretas, simplemente descalifican y se hacen tontos. Su doble moral es evidente: sirven a sus intereses mientras ignoran las necesidades de quienes los eligieron.
La corrupción, la ruindad y la perversidad no están en el Poder Judicial, como tanto insiste Morena, sino en el Poder Ejecutivo y todo su aparato de cómplices. Desde la presidencia hasta las instancias encargadas de la seguridad y la justicia, han demostrado ser expertos en manipular, encubrir y servirse del poder en beneficio propio. Mientras acusan a otros, ellos saquean y destruyen las instituciones del país con total impunidad.

 

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