Premio ¿a Quino, o a Mafalda?… Alebrijes en cuadratines
Adrián Chavarría Espinosa
Para quienes crecimos en las décadas de los años sesenta, setenta y quizá hasta los ochenta del siglo pasado, compartimos una gran amistad con una niña argentina capaz de hacer pensar a los adultos con los que convivía y, de paso, hacernos reflexionar con sus frases e interrogantes.
Esa niña se llama Mafalda, sabemos que su mamá es Raquel y del papa desconocemos su nombre; tiene un hermano menor, Guille, y sus amistades son Felipito, cuyo héroe es el descontinuado Llanero Solitario; el imaginativo Miguelito, la aspirante a ama de casa ideal Susanita; el hijo de comerciante y admirador del banquero Rockefeller, Manolito, y la inquisitiva Libertad.
Pues bien, se trata de un personaje mundialmente conocido, creación del dibujante llamada Joaquín Lavado, mejor conocido como Quino, quien ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2014.
De acuerdo con Víctor García de la Concha, presidente del Tribunal y director del Instituto Cervantes, Quino ha sabido combinar con sabiduría “la simplicidad en el trazo del dibujo con la profundidad de su pensamiento”. Según el acta del jurado se recuerda que el dibujante argentino alcanzó fama internacional con la creación del universo de Mafalda, “una niña que percibe la complejidad del mundo desde la sencillez de los ojos infantiles”.
Para los miembros del jurado, Mafalda es “inteligente, irónica, inconformista, contestataria y sensible”, sueña con un mundo “más digno, justo y respetuoso con los derechos humanos” y los “lúcidos mensajes” que Quino transmite a través de su personaje siguen “vigentes” cincuenta años después de su nacimiento. Asimismo, incide en que su obra conlleva un enorme valor educativo y ha sido traducida a numerosos idiomas, «lo que revela su dimensión universal», y sus personajes «trascienden cualquier geografía, edad y condición social».
Quino nació en Mendoza, Argentina, quedaría huérfano de madre a los 13 años y a los 16 perdería a su padre. Se matriculó en la Escuela de Bellas de Artes para dedicarse al dibujo humorístico. En 1951 se fue a Buenos Aires convencido de que podría vender sus creaciones. Se equivocó, pero peor fue el error cometido por las revistas y periódicos que no supieron ver en aquel jovencito al gran Quino.
Consolidado como ilustrador, dibujante o humorista, Quino publicó en 1963 Mundo Quino y se inventó a Mafalda, quien daría sus primeros pasos en el periódico Primera Plana, más tarde en El Mundo de Argentina, en Siete Días y en publicaciones de diferentes países de Iberoamérica.
Diferentes editoriales se enamoraron de Mafalda, la contestataria. Filósofa chiquita y regordeta, Quino, aunque lo intentó, nunca pudo librarse de ella. Dicho esto, en 1973 dio por terminada su vida y no volvió a hacer una historieta con ella.
El reciente ganador del Premio Príncipe de Asturias anduvo durante varios años por Milán, Nueva York, Buenos Aires, Madrid. Su vida en este tiempo fue dibujar y ver cómo Mafalda crecía y se transformaba en una estrella de cine y televisión, pero también cómo sus ilustraciones iban más allá de esta hija que podría ser una pesadilla.
Ante la próxima celebración de los 50 años de Mafalda en septiembre y lo que dirían ahora la cincuentona y sus amigos, Quino no ha dudado en decir: “No me lo imagino. Hay gente que se plantea si Susanita se hubiera casado con Felipe y ese tipo de cosas. A mí jamás se me ocurre porque, a mis personajes, no los siento como personas de verdad”.
En lo personal considero que el premio ha sido justo para un par de argentinos, probablemente los más cosmopolitas, que tanto autor como creación resultan ya figuras imprescindibles en la cultura popular mundial. Y aunque Quino dejo de plasmar a Mafalda y sus amigos desde hace años, esta niña se mantiene vigente y, si lo dudan, pregúntele a los jóvenes y ellos les responderán sobre sus inquietudes y pensamientos.
La única duda sería, el premio ¿es para Quino o para Mafalda?
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