ALEBRIJES EN CUADRATINES: LA IZQUIERDA MEXICANA Y SU FUTURO
Alebrijes en cuadratines:
La izquierda mexicana y su futuro
Adrián Chavarría Espinosa
A partir de los años 80 del siglo pasado, empezó a diversificarse la política en México. Hasta antes la mayoría de los cargos públicos y políticos eran acaparados –por las buenas o por las malas‑ por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde la única opción real de oposición política era el Partido Acción Nacional (PAN), ya que los otros partidos no representaban una verdadera alternativa política y eran simples satélites del oficialismo.
Eran tiempos en que el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), era el rincón para viejos políticos y militares quienes consideraban que el sistema político les tenía alguna deuda o buscaban cobrar añejos favores; o del Partido Popular Socialista (PPS), que francamente era una caricatura de lo que debería ser la izquierda mexicana, al grado que su color representativo no era el rojo sino un magenta, como simple parodia del color socialista.
Tras la Reforma Política impulsada por Jesús Reyes Heroles entraron en el escenario político otras corrientes, como el Partido Comunista Mexicano, que abandonó la clandestinidad o el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), liderado por el ingeniero Heberto Castillo, ambas organizaciones pilares del Frente Democrático Nacional que postulo a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato presidencial en 1988, para posteriormente evolucionar en los partidos Socialista Unificado de México y de la Revolución Democrática.
También aparecieron otras organizaciones que pretendían identificarse como de izquierda, aunque sus intereses no lo demostraran; así entre otras organizaciones surgieron el Partido del Trabajo, organización identificada como de la corriente trotskista sin gran aceptación social y no logró figurar en el panorama político nacional.
Otro partido fue el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, que tampoco logró subsistir y, nuevamente, otro Partido del Trabajo, pero éste más relacionado con Raúl Salinas de Gortari, organización que tampoco logro grandes triunfos electorales, vamos ni siquiera algunos medianos, pero que logró mantener su registro durante varios procesos electorales.
Pero, una vez que dio su máximo resultado, en el reciente proceso electoral no logró el porcentaje mínimo para mantener su registro y, a pesar de todos sus recursos para “exigir” se les restituyeran presuntos votos “perdidos” por la “caída del sistema, así como recurrir a los tribunales electorales, finalmente perdió su clasificación de partido nacional, para quedar como un órgano político en varias entidades, como sucede en el Estado de México. Después aparecieron otros partidos de presunta filiación izquierda, ninguno logró tener el respaldo ciudadano para mantenerse con vida.
No se puede negar que el PRD fue la principal corriente de izquierda que logró un real respaldo ciudadano, donde cosechó triunfos en varias gubernaturas, incluso en el 2006 estuvo a punto de ganar la presidencia con Andrés Manuel López Obrador.
Más lamentablemente no logró superar una serie de problemas y conflictos internos. Uno de ellos, ya citado, es que no integró como partido político, sino como una confederación de corrientes políticas conocidas como tribus, encabezadas por caudillos políticos, siendo el más destacado el tabasqueño, quien además de sentirse como el mesías nacional, se sintió por encima del PRD y creó su propio partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Pero la creación de ese nuevo partido provocó la mayor lucha fratricida de la izquierda mexicana, donde en lugar de desarrollar campañas en contra de los adversarios ideológicos, parecía más una confrontación entre PRD y Morena, para ver quién ganaba más votos lo cual se extendió hasta la disputa de los últimos sufragios para tener el triunfo en la Asamblea Legislativa capitalina y en las delegaciones Iztapalapa e Iztacalco.
Y se anticipa que esa lucha continuará, en especial en el Distrito Federal, donde quienes ocupen cargos de elección popular buscarán hacerles la vida de cuadritos al gobierno capitalino y a sus diferentes autoridades, en lugar de cooperar para lograr que los habitantes alcancen mejor nivel y calidad de vida.
Y, más aún, Morena lanzará sus redes para atraer a sus cuadros a destacados perredistas a fin de lograr sus mejores resultados con miras a los procesos electorales del próximo año, lo que indudablemente será un elemento más de división en la izquierda.
Mientras, el PRD deberá definir a su nuevo líder nacional, tras la declinación del comité ejecutivo encabezado por Carlos Navarrete, donde uno de los principales objetivos será el de refundar al partido y fortalecerlo, de lo contrario ese partido pasará a ser un simple membrete y su futuro será muy parecido al del Partido del Trabajo, quien está a punto de perder su registro.
No se debe omitir que Morena tampoco tiene un futuro promisorio, por el hecho de ser un partido creado y desarrollado para postular a López Obrador sea, por tercera ocasión, como candidato presidencial, lo cual no será difícil, pero ¿qué le sucederá después, cuando no gane la elección? Y es que ante los preparativos de otros partidos y suspirantes independientes, el tabasqueño no tiene el mismo respaldo de hace años, por lo cual se le anticipa otra derrota.
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