por Gato de Barrio /
Durante una sesión donde la iniciativa se presentó y aprobó en un solo día, con 57 votos a favor y solo tres en contra, el Congreso de El Salvador –bajo el control de la mayoría oficialista–, aprobó la reforma constitucional la cual, además de permitir la reelección presidencial de forma indefinida, también extendió el mandato del titular del Poder Ejecutivo de cinco a seis años.
De esta forma se fortalece más el presidente Nayib Bukele, quien apenas asumió su segundo mandato en junio de 2024 tras ser reelegido con un abrumador 85% de los votos, pese a que en esos momentos la Constitución prohibía la reelección inmediata. Con la reforma ya avalada, también se sincroniza el calendario electoral para eliminar la segunda vuelta presidencial y empatar las elecciones presidenciales, legislativas y municipales en 2027.
Ahora Bukele consolida su poder, asumido desde 2019, primero con una contundente victoria electoral, luego al controlar al Congreso en 2021 y, más tarde, con el nombramiento de jueces afines en la Corte Suprema, condiciones que le permitieron reinterpretar la Constitución para poder lograr su reelección en 2024.
Esto lo ha logrado mediante altos niveles de aprobación, principalmente por su política de mano dura contra las pandillas para reducir sensiblemente los índices de violencia, aunque bajo un régimen de excepción criticado por violaciones a derechos humanos, detenciones arbitrarias y represión a la prensa y organizaciones civiles.
Ahora, El Salvador se suma a las que podrían calificarse de dictaduras presidenciales donde, con reformas constitucionales y control de los poderes Legislativo y Judicial, el mandatario en turno logra consolidarse en el poder. Así ha sucedido en Venezuela, inicialmente con Hugo Chávez y después con Nicolás Maduro; y en Nicaragua con Daniel Ortega.
Aunque en otras naciones los promotores de las reformas no lograron sostenerse en el poder, como los casos de Evo Morales en Bolivia –donde la reelección fue revocada en 2019–, Juan Orlando Hernández, en Costa Rica, y de Alberto Fujimori, en Perú, no puede descartarse que se repitan los intentos de gobiernos populistas, tanto de izquierda como derecha.
Pero de ninguna manera podemos pasar esta situación por alto en México, donde se están repitiendo las mismas condiciones que en Nicaragua, Venezuela y ahora El Salvador, donde el Poder Ejecutivo prácticamente ya controla al Legislativo y al Judicial. Es decir, ya existe legalmente el campo libre para que también en nuestro país se instaure una dictadura constitucional encabezada por un gobierno populista de izquierda.
Deja una respuesta