Alebrijes en Cuadratines

 

Adrián Chavarría Espinosa /

ache57@yahoo.com.mx /

Si algo se debe reconocer y admirar a los políticos de oposición de antaño era la lealtad a su partido y a sus convicciones, al grado de que por defender sus principios e ideales fueron no solo perseguidos, también encarcelados, como sucedió con militantes del ya desaparecido Partido Comunista Mexicano (PCM), el cual pese a no contar con un registro oficial, lograron tener una gran cantidad de militantes entre jóvenes y militantes de diversos gremios laborales.

Entre otros se pueden citar a Arnoldo Martínez Verdugo, Othón Salazar, Ramón Danzós Palomino y Valentín Campa, incluso este último fue candidato a la presidencia de la república por el PCM en 1976 –sin registro legal–, cuando el entonces único candidato oficial fue José López Portillo. Se calcula que logró sumar más de un millón de votos, mientras que el aspirante postulados por los partidos Revolucionario Institucional, Popular Socialista y Auténtico de la Revolución Mexicana, obtuvo casi 16 y medio millones de sufragios.

Como reconocimiento a esa lealtad, cuando fallecieron varios de ellos se les rindió homenaje al colocar la bandera del PCM encima de su ataúd, incluso a varios de ellos que en su momento tuvieron diferencias con el partido, como Diego Rivera.

Pero con el paso del tiempo esa lealtad se fue perdiendo, cuando los políticos dejaron de pensar en sus representados y prefirieron buscar beneficios personales concretados ya fuera por cargos o responsabilidades públicas.

Si bien en 1988 un grupo de militantes del PRI abandonaron al partido, inconformes con sus reglas para designar al candidato presidencial, gran parte de ellos junto con integrantes del Partido Mexicano Socialista –cuyos antecedentes se remontan al PCM– y de otros partidos de izquierda fundaron el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Fue entonces cuando muchos priístas inconformes por no haber sido considerados para ser postulado a un puesto de elección popular, decidieron cambiar de partido de forma exitosa. Un ejemplo, Ricardo Monreal, quien tras ser marginado por el PRI para la candidatura al gobierno de Zacatecas y al decidir brincar al PRD logró ganar las elecciones.

Con el tiempo, se multiplicaron los “brincos” de los políticos calificados de “chapulines” de otros partidos. Con la aparición de Morena priistas y panistas decidieron sumarse al actual partido mayoritario. Un caso fue el de Germán Martínez Cázares, exsecretario de la Función Pública con Felipe Calderón y expresidente nacional del PAN. quien en 2018 acepta ser senador morenista y, después, con Andrés Manuel López Obrador llega a la dirección del IMSS, aunque posteriormente renunció y se transformó en severo crítico del actual gobierno.

Si bien hubo casos de diputados locales y federales así como de senadores que pasaron a un segundo o tercer partido, incluso regresar a su partido original, el sexenio de López Obrador es donde han sucedido los cambios de reconocidos militantes, por ejemplo del PRI, quienes tras haber sido gobernadores, principalmente por el instituto tricolor, decidieron cambiar de bandera y, como premio, han recibido embajadas, consulados y cargos federales.

Ahora, con la discusión de la reforma al Poder Judicial iniciada por López Obrador, ya pasó la iniciativa en la Cámara de Diputados, donde Morena cuenta con una irregular sobrerrepresentación, pero en la de Senadores inicialmente se encontraba a tres votos de la mayoría calificada para lograr aprobar las reformas constitucionales.

Dos de esos votos los sumaron cuando “convencieron” a los dos senadores del PRD, partido que perdió el registro a nivel federal, para sumarse a Morena, mediante supuestas promesas. Así, la michoacana Araceli Saucedo y el tabasqueño José Sabino, aceptaron cambiar de partido y ya recibieron sus primeros “premios” al ser designados como presidentes de las comisiones legislativas de Asuntos Frontera Sur y de Ganadería, respectivamente.

Incluso se habla de que a ella se le prometió la candidatura para la gubernatura de Michoacán en las elecciones de 2027. Veremos si se cumole ese compromiso.

Pero a pesar de las expresiones de dirigentes morenistas de que ya tenían asegurados los votos para aprobar la citada reforma, lo cierto es que han presionado a los 43 senadores de oposición para que, al menos, uno de ellos vote a su favor, lo cual hasta el momento no ha sucedido ya que todos ellos se han comprometido a rechazar. Esperemos a la sesión para ver si es que los opositores lograron superar a la “aplanadora” del actual partido oficial.

Ojalá no suceda como en el Congreso de la Ciudad de México, donde tres diputados de la III Legislatura local –uno del PRI, de PAN y del PRD–, decidieron sumarse a Morena y, con ello, otorgarle la mayoría calificada y así recuperar el control legislativo.

En fin, la época en que los políticos eran leales no solo a sus convicciones y objetivos, sino también a los ciudadanos que votaron por ellos para darles el triunfo en las urnas, ya solo es historia y ahora además de ser más precavidos al momento de sufragar, también exigirles y reclamarles cuando, como chapulines, decidan brincar de un partido a otro.

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