ColumnaFOTOPoliciaca y Justicia

Alebrijes en Cuadratines / Violencia desatada

 

Adrián Chavarría Espinosa /

ache57@yahoo.com.mx /

La reciente agresión a tiros hacia el periodista Ciro Gómez Leyva no solamente debe verse desde la perspectiva de un ataque hacia un comunicador, quien se ha manifestado como un constante y destacado crítico de las diferentes autoridades, en particular del actual presidente Andrés Manuel López Obrador.

Entre las diversas perspectivas por las cuales podría analizarse este hecho, dos destacan. Por un lado, el creciente nivel de violencia de parte del crimen organizado hacia diversas autoridades y, por el otro, el constante ataque del gobierno federal a comunicadores que de diversas formas han expresado su desacuerdo con las autoridades federales, quienes los ven más como enemigos que como críticos o adversarios.

En el primer caso el es evidente que las acciones del crimen organizado han escalado a niveles nunca visto antes, incluso podrían considerarse como un reto para todas las autoridades. Veamos hechos recientes que se han mantenido impunes a pesar de existir no solo sospechosos sino presuntos responsables con nombres definidos.

En un recuento de casos se tienen el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía de turistas en una iglesia de la comunidad de Cerocahui, en CHihuahuam cometido por Jesús Noriel Portillo Herrera, alias “El Chueco”, identificado como el jefe de la célula ‘Los Salazar’ del Cártel de Sinaloa; a quien se le atribuyen muchos y diversos ilícitos.

El 5 de octubre, José Alfredo Hurtado, “El Fresa”, presunto líder de La Familia Michoacana, perpetró junto con Jhony ‘N’, alias ‘El Pez’, la masacre en San Miguel Totolapan,

Guerrero, con un saldo de 20 muertos, entre ellos el alcalde Conrado Mendoza, y su padre.

El 10 de diciembre unas 50 camionetas rotuladas con las letras “FM” –de la Familia Michoacana–, irrumpieron en la comunidad de El Durazno, en Coyuca de Catalán, Tierra Caliente de Guerrero, más de cien sicarios encapuchados y equipados con fusiles AK-47 y R-15, asesinaron a siete pobladores, entre ellos un niño de 11 años. Las autoridades tardaron más de 24 horas en llegar al lugar de los hechos para empezar a investigar.

Pero no son solamente el incremento en el nivel de los hechos violentos, también ya son agresiones contra altos mandos de las fuerzas armadas, como el asesinato del general José Silvestre Urzúa Padilla, coordinador de la Guardia Nacional en Zacatecas, durante una emboscada sucedida el 24 de noviembre del 2021 durante una emboscada organizada por miembros de la delincuencia organizada.

Mas recientemente, en una situación no aclarada, se habló del presunto secuestro y asesinato del coronel del Ejército Mexicano José Isidro Grimaldo Muñoz, secuestrado la tarde del 13 de martes en el estado de Jalisco. Informes filtrados a medios locales por la Secretaría de la Defensa Nacional reportan que el militar estuvo a cargo del cuerpo especial “Dragones Urbanos” en Tamaulipas, y que se dirigía a Zacatecas cuando “desapareció”. De confirmarse este hecho sería algo grave por el nivel del militar.

Se ratifica que la estrategia de seguridad pública, de “abrazos, no balazos”, no responde a las necesidades de la sociedad y muy probablemente seguirá, pero de no frenarse el avance de la delincuencia, muy probablemente sus siguientes blancos serían personalidades públicas y políticas de alto nivel, como son funcionarios, jueces, periodistas, artistas, deportistas y toda figura pública. Esperemos que cuando reaccionen las autoridades no sea demasiado tarde.

El otro aspecto por analizar en el aspecto de Gómez Leyva es el constante ataque desde las conferencias mañaneras presidenciales en Palacio Nacional a quienes más que adversarios considerados enemigos, siendo los blancos más usuales desde políticos, empresarios, “intelectuales orgánicos” hasta comunicadores, entre otros, pero sus constantes objetivos han sido Felipe Calderón Nieto y Genaro García Luna.

En el caso de los periodistas López Obrador ha endurecido sus expresiones. Tan solo el 14 de diciembre se le “ocurrió” decir que escuchar los servicios informativos de Ciro Gómez Leyva, Carlos Loret de Mola o Sergio Sarmiento “es hasta dañino para la salud. O esa, si los escucha uno mucho, hasta le puede salir a uno un tumor en el cerebro.”

Por supuesto, quizá para quienes no coinciden con sus puntos de vista resultó ser un mal chiste, pero no puede descartarse que para muchos de sus fieles seguidores haya sido más que una ocurrencia sino la indicación de que deberían de adoptar alguna medida para “evitar la propagación de ese mal” y, para ello, no les importaría agredir a uno de esos “adversarios”.

Ante ello y a fin de congraciarse con quienes integran el autollamado Gobierno de la 4ª Transformación, no se puede descartar que algunas personas se hayan organizado para cometer el atentado contra Gómez Leyva, el cual afortunadamente fracaso.

Ante estos hechos representantes del gremio periodístico y político han demandado al presidente y a sus seguidores terminar con ese tipo de ataques verbales que únicamente provocan es incrementar la polarización social, lo cual de ninguna forma resulta positivo.

Si bien lo expuesto son ideas del porqué sucedió la agresión al periodista, pero de ninguna forma deben descartarse. Para ello es necesario que las autoridades investiguen y aclaren todo lo sucedido y sancionar a los responsables.

Pero, aunque se llegue a la verdad eso no significaría que se debe mantener vigente la política contra los grupos criminales, como tampoco mantener el foro de las mañaneras como el sitio para atacar a los “adversarios”, lo cual sin duda no beneficia de ninguna manera para tener una sociedad sino unida, al menos no confrontada.

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