Adrián Chavarría Espinosa/
Desde el domingo pasado y a lo largo de toda la semana, el tema del llamado relanzamiento del Partido Acción Nacional (PAN), fue objeto de señalamientos y críticas con diversos enfoques, una gran parte descalificando la intención de revitalizar al instituto político que ha encabezado la tradicional oposición en México.
Para muchos, el que sus candidatos Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa hayan ganado la presidencia de la república en los años 2000 y 2006, fue el punto más alto al que llegaron, ya que tras probar las llamadas mieles del poder perdieron su esencia opositora e, incluso, se les acusó de cometer actos de corrupción, los cuales antes criticaron severamente.
Sin embargo, una opinión generalizada es que los partidos políticos adversarios a Morena se han quedado sin militantes o simpatizantes, han perdido la confianza ciudadana y no han desarrollado algo efectivo para recuperar todo eso y poder remontar parte de lo perdido para las próximas elecciones de 2027, donde además de renovarse la Cámara de Diputados Federal, también se votará para elegir a 17 gobernadores, 680 presidentes municipales y mil 88 diputados locales en todo el país, a excepción de Coahuila.
Por lo anterior deben considerarse las intenciones del panismo por resurgir y enfrentarse al actual partido mayoritario, si bien no para desplazarlo totalmente al menos mantener los estados donde son gobierno –Aguascalientes y Chihuahua– y, de ser posible, ganar en otras entidades además de ampliar el número de legisladores y ayuntamientos en su favor.
Para alcanzar esos propósitos el domingo pasado Jorge Romero, actual dirigente nacional panista, encabezó el acto donde no solo se presentaron las estrategias con las cuales pretende alcanzar todos sus propósitos, también dio a conocer el nuevo logotipo. Se dejó atrás la imagen cuadrada con dos círculos concéntricos en su interior y las iniciales del partido, para ahora colocar las letras al interior de dos semicírculos que dan la idea de movimiento, aunque persiste su tradicional color azul.
Tras expresar ante gobernadores, legisladores, alcaldes y exdirigentes que “hace 86 años no nacimos para ver con quién nos aliábamos. Nacimos para hacer nuestra propia opción democrática”, Romero anunció el inicio de una nueva era, en donde “el futuro del PAN no depende ni dependerá de ninguna alianza partidista ni pasada ni presente, ni futura”.
También anunció nuevos métodos de selección de candidatos, que irán desde las elecciones primarias abiertas a la ciudadanía, encuestas cualitativas y cuantitativas y el voto panista en sus elecciones internas. O, en dado caso, subrayó, todas las combinaciones posibles que entre estos modos se puedan dar.
Romero reiteró que regresa al Partido la meritocracia y subrayó que en esta nueva etapa no habrá designaciones entre cuates, sino apertura total a hombres y mujeres que representen las causas de la ciudadanía. Es decir, “nuestra apertura total, así como la apertura en nuestra afiliación”. Y concluyó: en este contexto nacional, el panismo entiende que hay una última llamada para la oposición, la última, “y hoy atendemos ese llamado”.
En resumen, lo destacado es que ya no habrá alianzas con otros partidos, en particular con el Revolucionario Institucional, aunque precisó que en esta nueva etapa del blanquiazul “no nos pelearemos con nadie. No somos tan ingenuos”.
Precisamente la anulación de las posibles alianzas partidistas fue el tema más debatido la semana pasada. Quienes están a favor de mantenerlas argumentaban que solamente así es como se podrá vencer a Morena. Incluso, los panistas neoleoneses se mostraron en contra de esa idea, ya que consideran que con el partido tricolor se podrá gana la gubernatura en 2027.
Los que están en contra señalaron que el desprestigio acumulado por el PRI les ha afectado, ya que muchos militantes blanquiazules decidieron no sufragar en su favor al rechazar ese tipo de alianza. La verdad es que el actual PRI es una caricatura de la aplanadora que fue el siglo pasado, lo cual no cambiará mientras se mantenga como su presidente Alejandro “Alito” Moreno, quien manipuló al partido para usarlo como si fuera de su propiedad.
Debe considerarse que no necesariamente las alianzas pueden ser malas. El mejor ejemplo es que mediante ese acuerdo la coalición ganó las gubernaturas de Coahuila y Durango, lo cual podría repetirse en Nuevo León. Entonces esa medida debería ser analizada y revisada con mayor cuidado para lograr los mejores resultados.
Ahora, ¿qué puede esperarse de los otros partidos de oposición? Como se mencionó líneas atrás, el PRI bajo la presidencia de “Alito” Moreno, no tiene futuro, es más resulta muy probable que desde los preparativos para las siguientes elecciones deserten más militantes tricolores que ante el negro panorama previsible y prefieran emigrar a otros institutos políticos.
En el caso de Movimiento Ciudadano, aunque por el momento sus dirigentes han dicho que también irían solos en sus postulaciones, deben analizar con mayor cuidado esta decisión, ya que establecer alianzas podría garantizarles el triunfo electoral.
Y de los partidos Verde y del Trabajo, actuales aliados de Morena, el ecologista ha dado señales de que preferiría ir en solitario, lo cual podría repercutir en que la actual mayoría en la Cámara de Diputados quedaría en entredicho. En fin, veremos en los próximos meses cómo evoluciona el panorama político en el país.









































