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EL INE, EXPRESIÓN DE UN CAMBIO DE ÉPOCA: CÉSAR CAMACHO

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CEN del PRI
Martes, 08 de abril de 2014

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Por César Camacho*

Más que una época de cambio, México vive un cambio de época. Decidida a irrumpir a plenitud en el siglo XXI, lo mismo en lo económico que en lo social, nuestra nación da pasos definitorios también en lo político. Después de ocho reformas electorales, la primera de las cuales data de 1977, hasta  la promulgada hace dos meses, que ya cobra vida en el Instituto Nacional Electoral, nuestro país avanza hacia la consolidación de una democracia de calidad.

Sobre la sólida base de la institución que más contribuyera a hacer posible el tránsito de un régimen de partido hegemónico a un sistema competitivo de partidos; de elecciones en las que los resultados estaban predeterminados, a comicios de pronóstico reservado; de una representación política de un solo color, a un congreso policromático; de menor participación de los electores a creciente participación social en la vida pública; el INE surge con la clara misión de afianzar la gobernabilidad democrática.

Once respetados mexicanos no sólo le aportan su bien reconocido prestigio personal al Consejo General del INE que ahora integran, sino que habrán de hacer de la suma de sus talentos, inteligencia colectiva al servicio de la patria; con sus respectivas experiencias enriquecerán la del Instituto; y con sus conocimientos darán la dirección adecuada a ese organismo constitucional autónomo del Estado mexicano que está llamado a afianzar la confianza ciudadana y a incrementar y mejorar la participación social en la vida democrática.

La libertad intelectual que cada uno de los consejeros del INE ha ejercido en sus trayectorias personales y profesionales, a las que hay que agregar el desempeño de más de 15 mil servidores públicos electorales que a lo largo de más de dos décadas han dado muestra de capacidad y probidad, garantizan la imparcialidad y la autonomía de la autoridad electoral.

Mucho más allá de llevar a cabo los procesos electorales del año entrante, con el INE los mexicanos aprovecharemos  que, como dice Dante Caputo, “la democracia es construcción permanente” para, entre muchos otros avances, elevar a rango constitucional la paridad de género, incorporar las candidaturas de mujeres en los ayuntamientos, y homologar los varios métodos de acceso plurinominal que existen en los congresos y ayuntamientos, con la reelección. En el afán de hacer más sencillo el sistema electoral se podría revertir la hipernormatividad electoral que puede provocar hipertrofia democrática, a consecuencia de normas tan rígidas que resultan asfixiantes y costosas, como la decena de medidas de seguridad que hacen a las boletas electorales tanto o más complejas que un billete de curso legal, o las que nos obligan al absurdo de preservar por lustros más de 1,500 toneladas de material electoral.

Pero la aportación histórica a la que el INE está llamado a cumplir, radica en reivindicar las mejores tradiciones cívicas, la solidificación de nuestras más probadas instituciones y la implantación de los mejores hábitos en la política; es decir, en la transformación de la cultura política democrática mexicana.

*Presidente del CEN del PRI

@CCQ_PRI

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