TENENCIA POR CONTAMINACIÓN/ ALEBRIJES EN CUADRATINES
POR: Adrián Chavarría Espinosa
Ya estamos a unos días de que concluya la etapa experimental del programa ambiental temporal, donde lo más sensible para los automovilistas fue la aplicación del Doble No Circula, es decir que sin la existencia de alguna contingencia, todos los vehículos aún con hologramas cero y doble cero, no podían circular.
A pesar de esta medida los niveles de contaminación no se redujeron, al contrario se registraron varios días de contingencia, aun en fines de semana que es cuando se supone baja la circulación de automóviles por no ser días hábiles.
Ahora las autoridades ambientales ya anunciaron que a partir de julio entran en vigor nuevas medidas –aunque en un tipo de periodo de prueba–, entre ellas otra forma de que cómo los verificentros analizarán y evaluarán las emisiones de los automóviles, donde otra novedad es que vehículos con más de diez años en buenas condiciones de motor y de cuidado en general, podrán aspirar a los hologramas cero para circular todos los días.
También en la Ciudad de México, el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, anunció que ya dejarán de circular los microbuses, bajo el argumento de ser unidades contaminantes, pero ya respingaron varios de sus propietarios al argumentar que funcionan a base de gas que, supuestamente emiten menos partículas al ambiente.
Pero aparentemente estas y otras medidas, de acuerdo a los expertos, no serán suficientes sino para terminar, por lo menos reducir sensiblemente los niveles de polución ambiental e, insisten en la necesidad de mejorar el transporte público pero el principal argumento en contra es la falta de recursos.
Es decir, de dónde se obtendría el dinero para cambiar, por ejemplo, los taxis que funcionan con gasolina por vehículos híbridos o eléctricos, los cuales no resultan de bajo precio para ser adquiridos por los trabajadores del volante o, también, cambiar los autobuses que también ya resultan obsoletos.
Se debe recordar que el gobierno federal ha recortado gastos para mantener óptimas las condiciones económicas nacionales, además de que se anticipan para el ejercicio fiscal del año próximo nuevas limitantes financiera; pero a pesar de ello el gobierno capitalino le ha solicitado apoyo por apenas unos cuantos miles de millones de pesos para apoyar las acciones de movilidad, pero ¿de dónde saldrán esos recursos?
Autoridades hacendarias ya consideran una alternativa: reponer la tenencia, es decir cobrar un impuesto a los vehículos cuyos fondos se destinarían a actividades y programas tendentes a reducir la contaminación ambiental en los estados integrantes de la llamada megalópolis: Ciudad de México, los Estados de México, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo y Morelos, donde se concentran los mayores índices de contaminación.
Como un dato extra: el impuesto a la tenencia vehicular se creó en nuestro país en la década de los años sesenta del siglo pasado, con el propósito de financiar la organización y desarrollo de los Juegos Olímpicos de 1968, pero una vez pasado este evento se mantuvo.
SI bien era un impuesto federal, una parte se trasladaba a los estados, pero cuando el gobierno de la república decidió ya no cobrarlo, entonces la responsabilidad recayó en las autoridades estatales, donde varios candidatos a gobernador usaron su cancelación como bandera política; además, el cobro se realizaba de acuerdo al valor de la unidad y, en realidad, esta carga se mantiene para los vehículos de lujo.
Aparentemente es una buena idea: que paguen quienes generan parte de la contaminación, pero la dificultad será ¿bajo qué criterios se establecerá el cobro? Porque no debería ser lo mismo para quien mantiene en buen estado a su vehículo, a quien nunca le da mantenimiento; tampoco por el valor, ya que quienes tienen unidades caras se preocupan por tener a punto sus autos, mientras que los más económicos muchas veces son los que nunca reciben ningún tipo de servicio.
Además se debería tener un sistema que garantice su pago, porque cuántos conocemos que no cumplen con tenencias ni refrendo de placas, no se preocupan por las verificaciones y solo hasta que surge una necesidad y tienen que vender el auto, sufren ya que se ven en la necesidad de bajarle el precio ante los incumplimientos.
Si se va aplicar de nuevo la tenencia tendría dos vertientes; una, desalentar el uso de los automotores, pero en cambio debe existir un eficiente servicio de transporte público; la segunda para financiar sistemas y programas para reducir la contaminación, pero con criterios justos, donde quienes más contaminen y menos se preocupen por otorgar mantenimiento a sus coches sean quienes paguen más.
Esperemos a ver cómo madura esta propuesta y qué alcance tendrá –porque quien vive fuera de la megalópolis no debería tener este impuesto, ya que financiaría programas ajenos a su servicio–, y cómo se aplicaría porque debería ser principalmente en beneficio de la población, tenga o no auto propio.