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Esperada respuesta del Poder Judicial de la nación / Maullidos Urbanos

 

Gato de Barrio

gatodebarrio@yahoo.com.mx

  • La intención de López Obrador de vivir en Palacio Nacional no era encabezar una administración austera y republicana, sino por lo contrario, sentirse y actuar como un rey o emperador, al querer imponer sus deseos y, como dice la popular canción: que su palabra sea la ley.

 

La respuesta del frustrado presidente Andrés Manuel López Obrador a la cancelación de su Plan “B” electoras, sin duda era el esperado: “No tiene remedio el Poder Judicial, está podrido, están actuando de manera facciosa”, dijo y ratificó: “Esos señores, que ahora forman parte del supremo poder conservador, que están dedicados a obstaculizar la transformación del país para sostener el viejo régimen, el antiguo régimen de corrupción y de privilegios”.

Según el tabasqueño la iniciativa de anulación de esa ley, ya aprobada por los diputados y senadores “no es válida porque los legisladores violaron los procedimientos internos que ellos, los legisladores, tienen aprobados de manera autónoma en forma independiente”.

 

Por calificativos –mejor dicho descalificativos–, no se frenó: “No violaron absolutamente nada, nada, pero en un acto de prepotencia y de autoritarismo, se atreven a cancelar la ley los ministros de la Corte, que están al servicio de una minoría rapaz que se dedicó a saquear al país y que quieren regresar por sus fueros, ahora con el apoyo del Poder Judicial.”

En primer lugar, insistió, como lo ha hecho siempre, en llamar a sus “adversarios” como “corruptos”, aunque nunca ha probado un solo caso: Rosario Robles, salió libre; a Emilio Lozoya, no lo han podido juzgar. ¿Hay otro más? Ha reiterado en acusar a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, pero él es enjuiciado en Estados Unidos por presunto narcotráfico y, por el momento, en México no se le sigue un caso penal.

López Obrador insistió en su Plan “C”: que en las próximas elecciones federales del 2024 exista un voto compacto para su partido, no solo en favor del presidente, también para diputados y senadores a fin de que en el último mes de su mandato, en septiembre de 2024, vuelva a enviar sus iniciativas y puedan ser aprobadas, incluso hasta las constitucionales, al suponer que en ese entonces, de acuerdo a sus trasnochados cálculos, podría tener mayoría calificada.

Considera que se podrán aprobar varias de sus iniciativas rechazadas, como el paso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, entre ellas, además de otra para reformar el Poder Judicial, ya que propondrá que los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sean electos por el voto popular, tal como sucedía en la época juarista.

Lamentablemente para él no se puede replicar esa situación, ya que las actuales condiciones económicas, políticas y sociales son absolutamente diferentes a las existentes a mediados del Siglo XIX, por lo tanto resultarían inoperantes e improcedentes en nuestros días.

Cabe pensar que la intención de López Obrador de vivir en Palacio Nacional no era el encabezar una administración austera y republicana, sino por lo contrario, sentirse y actuar como un rey o emperador, al querer imponer sus deseos y, como dice la popular canción: que su palabra sea la ley.

Afortunadamente vivimos en un sistema republicano, donde el Poder Judicial ha dado muestras de ser un verdadero contrapeso en nuestro sistema político, al actuar de forma constitucional, con autonomía e independencia.

El deseo de muchas personas es que en las elecciones de este año, en el Estado de México y Coahuila, así como en las de 2024 donde se renovarán las autoridades y legisladores federales, Morena no sea el ganador, aunque también será previsible que de no tener resultados a su favor entonces retome su cantaleta de “fraude electoral”, aunque carezca de las pruebas necesarias para comprobarlo.

 

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