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Alebrijes en Cuadratines / La mayoría calificada en la política

Adrián Chavarría Espinosa / 

ache57@yahoo.com.mx / 

En su conferencia mañanera del pasado viernes, el presidente Andrés Manuel López Obrador estaba más que feliz porque en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la nación no se logró tener la mayoría calificada para declarar inconstitucional la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), para lo cual se necesitan nueve votos pero únicamente se alcanzaron ocho.

La razón es que para declarar la inconstitucionalidad se requería una mayoría calificada, es decir que la decisión fuera respaldada por las dos terceras partes de los doce magistrados presentes en la sesión; sin embargo, eso no significa que esa legislación sea totalmente aplicable y vigente y el mandatario mexicano considere que este escollo ha sido superado.

Al celebrar esta decisión, a la cual calificó de “histórica, patriota, en beneficio de la nación”, la consideró como suficiente para “sacar adelante a la Comisión Federal de electricidad y así mantener el compromiso de no aumentar el precio de la luz” y advirtió a la oposición que “si deciden no votar por la reforma constitucional, que sepan que nosotros ya con la decisión de ayer ya tenemos la protección básica que nos importaba”.

Pero esto representa el fin de la historia, es apenas una etapa en todo el proceso legal en relación con las reformas acerca de la generación de electricidad.

Si bien López Obrador advirtió que con esa decisión se podrán anular gran cantidad de amparos, existe la opción de que los propios tribunales emitan su dictamen y los acepten sobre el resultado de esa votación y los turnen a la Corte, para ser debatidos y aprobados con mayoría simple, la cual ya existe y sus resultados pueden ser adversos al gobierno federal.

Sucede que la norma impugnada a través de acción de inconstitucionalidad iniciada por senadores de oposición seguirá vigente en sus apartados más importantes, por lo que los jueces de amparo y tribunales de circuito tendrán libertad de criterio para recibir demandas y apegarse o no al criterio constitucional, lo que también abre la posibilidad para acudir a tribunales internacionales en casos particulares.

De los cuatro ministros que votaron por avalar integralmente el proyecto de la ministra Loretta Ortiz –Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yasmín Esquivel Mossa, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y la responsable del dictamen–, sólo la ministra Norma Lucía Piña votó abiertamente en contra del proyecto; los demás ministros –Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Ana Margarita Ríos Farjat,  Jorge Mario Pardo Rebolledo, Javier Laynez Potisek, Luis María Aguilar Morales y Alberto Pérez Dayán–, votaron en favor de algunos artículos y en contra de otros.

El resultado final fue que seguirá vigente el mecanismo de despacho de energía de las centrales eléctricas hoy opera la CFE, por lo que el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), la dará prioridad a sus plantas y se mantendrá el protocolo en orden a las hidroeléctricas, centrales de la CFE, energía eólica y solar de particulares y, al último, las centrales de ciclo combinado.

López Obrador espera ahora que el Congreso de la Unión acepte, “sin cambiarle ni siquiera una coma”, su iniciativa de reforma eléctrica, pero por la forma como se ha dirigido a los legisladores de oposición, de llamarlos “traidores a la patria” por anunciar por anticipado que votarán en contra, se ve realmente difícil alcanzar ese objetivo.

Cómo es una reforma constitucional también se requiere de la mayoría calificada donde, por ejemplo, en primer lugar, en caso de asistir al pleno los 500 diputados, se necesitan 334 votos y, en el improbable caso de pasar al Senado, de estar presentes sus 128 miembros, entonces para ese aval son necesarios 85 votos.

Sucede que los diputados de Morena y sus aliados apenas suman 277, por lo que le faltan 57 más y, en la Cámara Alta tiene 75 y le faltarían otros diez, y considerando que hasta el momento toda la oposición ha reiterado que no aportará ningún voto, entonces resulta complicado que el actual partido oficial logre la aprobación de la reforma.

De no alcanzar esa mayoría calificada Morena ya no podrá concretar la reforma eléctrica que tanto ha impulsado López Obrador, por lo cual ha ganado enfrentamientos y enemistades y, aunque lo nieguen él y sus seguidores más fieles, menos popularidad entre la población.

Ahora se deben esperar, primero, cuáles agregados propuestos por la oposición aceptan incluir, como un último intento para que varios diputados se sumen a su iniciativa. Después, ver el debate parlamentario y si los morenistas se mantienen firmes en no cambiar “ni una coma”, entonces será el fin la reforma eléctrica, la cual se sumaría a otros fracasos de la 4-T que no quiere reconocer, entre ellos el Instituto de Salud para el Bienestar y el Banco del Bienestar.

Esta Semana Santa será crucial para López Obrador y Morena, porque de no pasar la reforma, será mucha la molestia y enojo presidencial, quien a pesar de afirmar que no es rencoroso, es previsible que buscará la forma de desquitarse tanto con la oposición como quien de sus cercanos considere que le fallaron en concretar su reforma eléctrica.

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