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Alebrijes en Cuadratines: Los 100 días de López Obrador, un gobierno personalizado y centralizado

Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Se cumplen los primeros cien días del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué se puede decir de este lapso? Considero que no ha sido todo lo que esperaba el actual mandatario, ya que varias de sus iniciativas y propuestas no han sido totalmente aceptadas y han enfrentado varios niveles de rechazo,

            Por ejemplo, está el caso de la termoeléctrica de Huexca, en el estado de Morelos, el rechazo a la cancelación de varios programas sociales, la marcha atrás en su propuesta para construir departamentos de lujo en lo que finalmente será la cuarta sección del bosque de Chapultepec, así como contratiempos con la creación de a Guardia Nacional y en su combate al huachicoleo con problemas de abasto de gasolina en varias entidades del país.

            Entre lo positivo para él es que mantiene altos niveles de aceptación y bajos niveles de críticas. Entre los primeros los ha logrado por aplicar una serie de medidas, llamémosla de tipo populistas más que prácticas o de hechos concretos, como la eliminación de gastos excesivos, reducción de altos salarios, cancelación de plazas de honorarios, del Estado Mayor Presidencial y no usar la Residencia Oficial de Los Pinos, mientras que ha sido criticado por diversas frases o actitudes, como expresar el termino ternuritas, que si hubieran sido pronunciadas por otros políticos habrían sido objeto de severas descalificaciones.

            Sin embargo, en estos primeros cien días de su gobierno efectivo porque, desde que era presidente electo ya ejercía parte del poder presidencial, considero que los más notable ha sido la centralización del poder y del mando, donde López Obrador pretende concentrar todo lo más posible en su persona y en sus decisiones.

            Todo ello, además, ante una casi inexistente oposición política, donde sus adversarios aún no acaban de asimilar la derrota del pasado 1 de julio y apenas están reconfigurándose a su interior para ver cómo responderán a las nuevas condiciones sociopolíticas existentes.

            En concreto, son varias las razones por las cuales considero que López Obrador centraliza todo lo posible el poder. La primera es que a través de sus conferencias de prensa mañaneras, mediáticamente se ha convertido en el principal emisor de información, desplazando sensiblemente e otros funcionarios, en especial a su gabinete, quienes de acuerdo a las informaciones solo aparecen cuando lo acompañan en esos eventos matutinos.

            Eventualmente Olga Sánchez Cordero es quien registra actividades individuales, pero es por su responsabilidad como secretaria de Gobernación, de ahí en fuera generalmente el resto de funcionarios federales permanecen prácticamente inexistentes, sin actividades propias.

            Otro caso es que bajo el argumento de existir severos casos de corrupción, que no han sido ni documentados ni comprobados fehacientemente, ha decidido cancelar varios programas sociales, donde el más criticado ha sido el de las estancias infantiles mientras que en el caso de los albergues para mujeres violentadas, fue tanta la presión social que sin reconocerlo totalmente ha tenido que rectificar y volver, aunque a su manera, reactivó el programa.

            López Obrador ha puntualizado que la corrupción se genera porque organizaciones sociales se aprovechan de estos programas para desviar recursos, por ello en lugar de otorgar dinero a esos organismos prefiere entregarlos directamente a quienes serían los beneficiados.

            De acuerdo con varios analistas esta decisión es más que atacar la presunta corrupción es que él quede como quien directamente, sin intermediarios, proporciona los beneficios.

            Un tercer caso es lo sucedido en sus giras en los estados, donde en los eventos públicos los gobernadores de oposición a Morena son objeto de rechiflas y abucheos cuando expresan sus mensajes, lo cual concluye cuando López Obrador se presenta como conciliador y solicita respeto para el mandatario; incluso, ya dijo que sí lo consideran necesario, para evitar ser criticados los gobernadores pueden no estar presentes en los actos multitudinarios.

            Precisamente ya sucedió con Martín Orozco Sandoval, gobernador de Aguascalientes, quien tras dar la bienvenida al presidente en el aeropuerto estatal, estuvo ausente en el evento principal, pero a pesar de su ausencia fue objeto de abucheos cuando fue mencionado.

            Si bien tanto López Obrador como la dirigencia de Morena se han declarado ajenos a este tipo de manifestaciones, ya resulta una constante que de ninguna forma puede calificarse de hechos aislados, sino de una campaña bien organizada.

            Por ello, la interpretación sería que en sus giras por el interior del país, López Obrador desea ser el centro de la atención política, sin nadie que le haga sombra.

            En fin podrán decir que estoy equivocado, pero para ello sería necesario que en los hechos el presidente cambie sus actitudes, permita más libertad a sus colaboradores, rectifique y reponga los programas sociales cancelados y, por último, terminar con los abucheos a gobernadores, de lo contrario, el sexenio será caracterizado por recrear la figura presidencial como el principal centro de atención, situación que ya había sido superado en los últimos años.

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