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Maullidos Urbanos / Gobernadores contra el presidente

 

Gato de Barrio

gatodebarrio@yahoo.com.mx

Como una situación que podría calificarse de normal en el presidente Andrés Manuel López Obrador, abrió otro nuevo frente de confrontación ahora con un grupo de diez gobernadores que demandan instaurar un nuevo pacto fiscal federal, donde resultó evidente que le falló el tacto político para atender esta situación.

Recuérdese que el mandatario ha tenido enfrentamientos con empresarios, políticos, padres de familia con hijos con cáncer, afectados por la cancelación de fideicomisos, entre otros sectores sociales, sin que hasta el momento ninguno se haya sido resuelto finalmente.

Los gobernadores de Durango, Colima, Coahuila, Guanajuato, Aguascalientes, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán, Chihuahua y Jalisco, los integrantes de la llamada Alianza Federalista, demandan discutir un nuevo pacto fiscal con el gobernó federal, es decir que el reparto de los recursos que recibe y redistribuye resulte más equitativo.

Sin embargo, acostumbrado a actuar sin tener que responder directamente a los cuestionamientos que se le formula o evadir dar una respuesta concreta, quiso manejar el asunto como si el gobierno fuera el agredido, al argumentar que los mandatarios inconformes pretendían romper con el pacto federal, es decir separarse de la República Mexicana desconociendo el acuerdo que mantiene la unidad de la nación.

Incluso el presidente les recomendó hacer una consulta ciudadana para conocer si las personas estaban de acuerdo con las propuestas de los gobernadores, a lo que varios le respondieron que lo harían, incluso puntualizaron que lo realizarían con su misma técnica de hacer la pregunta en eventos públicos y mano alzada, lo que de ninguna forma lo dejo contento.

En fin se dieron una serie de encuentros verbales, donde los mandatarios estatales demandaban una reunión con el presidente, donde la respuesta fue de que el pacto fiscal vigente había sido aprobado durante el sexenio de Felipe Calderón por la entonces mayoría panista –como si esa fuera un impedimento para una nueva revisión–, y de que no estaba dispuesto a dialogar cuestiones politiqueras con presuntas intenciones electorales.

En fin, aunque finalmente ambas partes aparentemente han cedido y se muestran dispuestas al diálogo, López Obrador se equivocó en esta ocasión al no aceptar inicialmente un diálogo con los integrantes de la Alianza Federalista porque, finalmente, esa es una forma de hacer política –no politiquería, como él argumenta– y debe reconocer que ya existe un contrapeso que no puede ignorar y debe tener en cuenta para sus futuras acciones.

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