Alebrijes en Cuadratines / Una Iglesia anacrónica
Alebrijes en Cuadratines / Una Iglesia anacrónica
por Adrián Chavarría Espinosa
Aparentemente, la Iglesia Católica en México piensa que aún se viven los tiempos de la Colonia, el Siglo XIX o principios del Siglo XX, cuando podía tener influencia o dominio sobre las personas para manipularlas para hacer lo que más le convenía de acuerdo a sus necesidades o sus intereses políticos.
Si expreso lo anterior es porque a pesar de estar constitucionalmente impedido para intervenir en cuestiones políticas, sus altos dirigentes ‑cardenales y obispos‑, no les importa y se involucran en todas las polémicas posibles, muchas de ellas sin razón, para hacer sentir su presencia y su punto de vista que no resulta ni el más adecuado ni el más certero para la sociedad mexicana.
Y es que la citada sociedad mexicana ha evolucionado, desde tiempos de la Colonia donde además de ser la religión oficial, se olvidó de apoyar a los sectores más necesitados para identificarse con los oligarcas, los hacendados, los políticos, los virreyes, en fin todos aquellos ricos y poderosos, ya que ellos eran parte de esos sectores por todo el poder que llegaron a acumular.
Tampoco son los tiempos del Siglo XIX, donde la Iglesia se alineó al lado de los sectores conservadores, de aquellos que rechazaban la democracia y alentaban la creación de imperios, de quienes pretendían que no hubiese educación para el pueblo y, la que había, era la impartida por sus sacerdotes para su mejor conveniencia.
Asimismo, no es los finales de los años 20 del pasado siglo, cuando la Iglesia inició un levantamiento armado, principalmente en el Bajío, donde diversos grupos se rebelan a las autoridades bajo el grito de “Viva Cristo Rey”, movimiento que no tenía ninguna esperanza de alcanzar el triunfo y donde sus seguidores fueron utilizados como carne de cañón.
Pero, sí, son tiempos en que los feligreses del catolicismo son cada vez menos, donde muchos decepcionados prefieren seguir otra creencia religiosa o, también, pasar a las filas de los incrédulos, de los escépticos o de aquellos que prefieren mejor tener una práctica religiosa más acorde a sus necesidades o a su forma de pensar.
Ante todo ello la Iglesia Católica en México parece no darse cuenta y seguir pensando que cuenta con un muy amplio e incondicional respaldo social, pero se equivoca y de no cambiar su forma de pensar, de manera lenta y decidida, cada vez serán menos sus seguidores, incluso ya en estos momentos padece una crisis vocacional al tener menos aspirantes al sacerdocio.
Actualmente la Arquidiócesis de México se ha dedicado a mantener una constante y tenaz aunque equivocada crítica a la discusión de lo que será la primera Constitución Política de la Ciudad de México, a la que primeramente la descalificaron al llamarla un “bodrío” por la serie de puntos en los cuales se pretende tener un marco legal de avanzada en temas sociales, con los cuales no está de acuerdo.
Posteriormente, prosiguió la discusión cuando se analizó el punto de la llamada muerte digna, misma que ya existe en el marco legal capitalino, cuando la Iglesia la consideró como “inconcebible y a todas luces inmoral”, para posteriormente calificar de asesina a la Ciudad de México.
De manera concreta y textual afirmó: “si la ciencia dictamina que una persona está viva y dejan de suministrarles la ayuda necesaria para que continúe viviendo, en el fondo se comete el delito de asesinato, aunque lo disfracen de que no se está matando, sino dejando morir a la persona”.
De forma conciliadora Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno capitalino, respondió que la voluntad anticipada es un apunte humanitario para no prolongar el sufrimiento de manera artificial y eso “no lo sanciona ni siquiera la Iglesia porque hay una autorización expresa de una bula papal”.
Lo que necesita la Iglesia Católica y no solamente en México sino también en otras naciones donde se involucra en temas políticos, es recapacitar que se vive en el Siglo XXI, que deje de trabajar, pensar y actuar como si se viviera en siglos pasados, de lo contrario cada día que pase será más y más obsoleta y anacrónica.
¿Cuáles podrían ser las recomendaciones? Entre otras, propondría por lo menos cin dos; la primera, para terminar con la falta de vocación y los casos de pederastia, sería anular el celibato para que los sacerdotes se puedan casar y tener familia; segundo, dar mayor oportunidad a las mujeres de participar en los actos religiosos, ya al mantenerlas marginadas significa ignorar y discriminar a la mitad de la población del mundo, cuando el sector femenino tiene cada día mayor participación en todas las actividades sociales y productivas.
Reitero, si la iglesia católica no piensa de acuerdo a las condiciones actuales, entonces tendrá cada vez menor respaldo de la sociedad y de los sectores a los que presuntamente pretende servir.