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Alebrijes en Cuadratines / Actividad presidencial con miras al futuro

 

Adrián Chavarría Espinosa

ache57@yahoo.com.mx

Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador se manifieste contento por los resultados de las elecciones del pasado 6 de junio donde Morena, su partido, ganó once gubernaturas y ahora es mayoría en una veintena de congresos estatales, en realidad esta contrariado ya que su pretensión era prácticamente arrasar a nivel nacional.

Le molesta que en la Cámara de Diputados con los legisladores de representación proporcional Morena tendría cerca de 203 integrantes, para ser primera minoría y de sumarse los 48 del Verde y 41 del Trabajo, sumarían 292 para ser mayoría simple, faltando otros 41 para alcanzar la mayoría calificada, necesaria para poder aprobar reformas constitucionales.

No debe omitirse que el Partido Verde ya ha expresado su pretensión de condicionar su voto coaligado con el de Morena, lo que podría dificultar la aprobación de leyes donde solo se requiere la mayoría simple, es decir de la mitad más uno: 251.

Incluso, hubo victorias no fueron tan avasalladoras por lo cerrado de las votaciones, como sucedió por las gubernaturas de Michoacán y Guerrero y en la delegación Xochimilco, donde de proceder algunas impugnaciones de los otros partidos, probablemente los resultados podrían revertirse en contra de Morena.

El malestar de López Obrador fue que Morena perdió importantes ciudades del interior del país, varias de ellas capitales estatales, pero lo más doloroso fue no retener la mayoría calificada en el Congreso y que 9 alcaldías de la Ciudad de México pasaran a la oposición.

La principal razón es que desde el año 2000, el entonces Distrito Federal había sido su mayor respaldo político lo que, además, repercutía en su favor en el interior del país primero con el PRD, creando en su interior el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y cuando consideró que ya no le resultaba útil el partido del Sol Azteca, lo transformó en su partido.

Ahora no concibe esas derrotas y se muestra incrédulo de que las personas ya no hayan votado en favor de Morena, pero en lugar de analizar las verdaderas razones de ese rechazo, ha preferido culpar a la clase media, a la cual ha insultado al llamarla arribista, manipulada y desinformada, entre otros calificativos, y anunciar que pretende crear una nueva a su modo.

Incluso expresó: “No es cualquier cosa. Una clase media manipulada fue la que permitió el fascismo de Hitler, en Chile el golpe de Estado contra el presidente. Allende fue respaldado por la clase media, la clase media de Chile no informada apoyó a Pinochet, la clase media manipulada no informada respaldó a Huerta en el asesinato a Madero”.

Pero López Obrador, además de agredir a la clase media ejecuta cambios en sus estrategias políticas y de programas sociales, para intentar recuperar a la Ciudad de México con miras al proceso electoral del 2024, donde se elegirá a su sucesor y donde todo apunta que su “dedazo” será favorable para Claudia Sheinbaum, actual jefa de gobierno capitalina-

Para ello, entre otras decisiones, removió a Gabriel García Hernández –aunque se manejó como renuncia voluntaria para regresar al Senado– de su cargo como coordinador General para Programas del Desarrollo de la Presidencia de la República, cargo poco mediático pero de gran relevancia por coordinar a los 32 “superdelegados” federales, controlar a los “servidores de la nación” y desarrolla acciones en pro de los sectores sociales más necesitados.

En su lugar designó a Carlos Torres, quien fungía como secretario técnico de la Presidencia, área administrativa que se transformará para reorganizar los citados programas sociales para lo cual, muy presumiblemente, se le retirará esa responsabilidad a la Secretaría de Desarrollo Social, la cual es la encargada de esa función.

También asumió la responsabilidad de que la Línea 12 del Metro funcione a más tardar en un año, aunque para ello marginó a Sheinbaum, impulsando varias interpretaciones que van desde una decisión para protegerla de los ataques mediáticos y resulte lo menos dañada para el 2024, como el de sancionarla por su mal manejo político por la pérdidas electorales.

Lo cierto es que con esta decisión López Obrador acumula más poder personal y se regresa al Distrito Federal del Siglo XX, cuando el presidente designaba al regente capitalino quien ejercía el poder de forma muy limitada. Además, Sheinbam anticipó cambios en la administración capitalina pero probablemente serían imposiciones presidenciales.

En fin, el mandatario mexicano ya se prepara para la disputa política del 2024, aunque bajo un enfoque equivocado al no reconocer que la ciudadanía no siempre lo respaldará a él ni a Morena, al considerar que han incumplido sus promesas político-electorales.

El político tabasqueño debe entender que gran parte de los ciudadanos razonan su voto, no lo emiten de forma automática e incondicional al ser usado como castigo político, tal como sucedió contra el PRI en los años 2000 y 2018, y contra el PAN en el 2012, y ahora contra Morena en el 2021 pero de no corregir sus errores esa sanción se le repetirá en el 2024.

Y, aunque no lo quiera, deberá afrontar las consecuencias de todas sus decisiones, las pocas buenas y las muchas malas, sin buscar a otros culpables más que a él mismo.

 

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